sábado, 16 de febrero de 2008

COMUNICADOS DE LA TORTUGA CELESTE (Andrés Ibañez)

Todos los sábados en el suplemento cultural de ABC -según algunos expertos, el mejor suplemento cultural de los periódicos nacionales, con bastante independencia de la línea editorial de su periódico nodriza-, escribe Andrés Ibañez una columna que llama Comunicados de la tortuga celeste. Semana tras semana, Andrés Ibañez nos invita a la reflexión sobre los distintos mundos que nos rodean y nos afectan: arte, literatura, educación,... Esta semana -no sé si influido por la corriente de campaña electoral que nos asola- nos trae un mensaje muy activista y positivo. Os lo pongo entero. Espero que os guste.


PUEDES HACER LO QUE QUIERAS

Algún día estarás muerto y ya no podrás hacer nada, al menos en este mundo, y hubo una época, hace años, antes del momento de tu nacimiento, en que no estabas aún en este mundo, no estabas vivo, y entonces no podías hacer nada (al menos en este mundo), pero ahora estás vivo, puedes hacer lo que quieras. Tienes límites: no tienes alas, no puedes volar, no puedes respirar debajo del agua, pero esos límites no son realmente carencias, sino tu forma, tu forma humana. Es cierto que no puedes volar, ni atravesar las paredes, ni mover los objetos a voluntad, es cierto que cosas que son mucho más fáciles, o que al menos son posibles para otros, a ti te parecen imposibles o casi imposibles (lograr el amor de un cierto hombre o de una cierta mujer, escribir un libro, tener un hijo, dejar el alcohol), pero siempre hay cosas que puedes hacer y que no haces.
Puedes tomar decisiones. Puedes cambiar cosas. Siempre puedes cambiar cosas, buscar, cambiar, siempre, aunque estés encerrado en el corredor de la muerte, porque estás vivo y puedes hacer lo que quieras. Siempre piensas, por puro hábito retórico, en situaciones límites: en volar, en ser inmortal, en estar encerrado en una prisión. Cualquier cosa con tal de evitar pensar en tu situación real, en la situación en la que estás ahora mismo.

TODOS LOS HOMBRES. Pero no pienses en los otros, no pienses en esos ejemplos meramente teóricos. Piensa en ti, en tu situación actual. Te sientes atrapado. Sientes que es imposible lograr lo que deseas, que todo ha sido ya decidido. Estás vivo, pero estás viviendo como si estuvieras muerto, o como si estuvieras muriendo, o como si tu muerte estuviera próxima. Pero estás vivo, y aunque te resulte extraño pensarlo, puedes hacer lo que quieras.

La humanidad, de la que habrás oído hablar, las grandes civilizaciones, los grandes emperadores y reyes del pasado, las grandes batallas, las gestas, los descubrimientos, las hazañas y las conquistas, nada de eso existe. No existen ni César ni Alejandro, ni los 300 de las Termópilas. No existen los egipcios ni Moisés, no existen Galileo ni Copérnico. Existes tú. Tú eres la civilización. Tú eres la humanidad. Eres todos los hombres. Eres quien está vivo. Los otros no están vivos. Alejandro no está vivo. Bach no está vivo, y no puede hacer nada. Tú sí. Estás vivo, y puedes hacer lo que quieras.

Estás vivo ahora, y durante un breve espacio de tiempo. Es breve si lo comparamos con la vida de las estrellas, pero nosotros lo vivimos como un tiempo interminable, como largas tardes, como largas noches, como largos viajes, como largas esperas, como largas esperas, porque siempre estamos esperando. Esperando a que llegue, esperando a que termine, esperando a que empiece. Nuestro aburrimiento es un escándalo. ¿Cómo podría ayudarnos nuestra alma cuando estamos aburridos? Ella no comprende esos sentimientos nuestros.

SUEÑOS DE MÁQUINAS. Hemos descendido aquí para vivir una aventura pero no la vivimos, estamos aburridos, estamos esperando, estamos desanimados. Nada es como deseábamos. Entramos en una época en la que será cada vez más difícil sentir que estamos vivos. La vida de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y de nuestra imaginación entra en el terreno de la fantasía y del sueño de las máquinas. Nos estamos convirtiendo en sueños de máquinas y estamos dejando que nuestra vida se convierta en vida virtual. Pero esta nueva dificultad no es más que una forma nueva del sueño en que siempre hemos vivido. La revolución cibernética no hace sino revelarnos con toda la crudeza de una caja de metal llena de resplandores eléctricos, que vivimos una vida pasiva y que dejamos pasar los días como si estuviéramos muertos, sin ser capaces de recordar que estamos vivos y podemos hacer lo que queramos.

Algunos han llegado a sospechar que quizá no estemos vivos, que quizá nuestra vida no sea otra cosa que la suma de sueños y recuerdos de lo que éramos cuando estábamos vivos. Eso explicaría esa cualidad de irrealidad y de sueño que tiene a menudo nuestra existencia. Pero no es cierto, no estamos muertos aunque vivimos como si lo estuviéramos. Estamos vivos, podemos hacer lo que queramos. Entonces, ¿qué te detiene? ¿Qué me detiene? ¿Por qué no actúo? ¿Por qué no tomas las riendas de tu vida? Te posee una curiosa pereza, una extraña lasitud. No te das cuenta de que estás vivo y puedes hacer lo que quieras.
________________________ Andrés Ibañez

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