domingo, 1 de febrero de 2009

YACIMIENTOS EXISTENCIALISTAS ENTRE LAS CAJAS DE MI VIDA

No hay nada como una mudanza para re-descubrirse. Saber quién eres, quién quisiste ser y en qué te has quedado. Descubrir una foto antigua, un libro que no sabes por qué compraste, un juego de cuando eras niño u otro que compraste cuando ya eras mayor.
No hay nada como una mudanza para reconocer tus contradicciones, tus anhelos, tus sueños frustrados.
No hay nada como una mudanza para darse cuenta de lo caprichoso que es el azar.

Y en este sentido os traigo un poema de Héctor Arnau (actual editor literario de la revista Bostezo), de una publicación del que sospecho se avergonzará.
El azar ha querido que ese libro acabe junto a una Antología Poética de Francisco de Quevedo. O que la Antología de la Poesía Romántica Francesa se halle junto a otra antología, la de Marina Tsvietáieva. Huidobro ha caído irremediablemente al lado de Edmundo de Ory. La Fábula de la Ratoncita Presumida se ha unido a una selección de poemas de Salinas. Y es curioso cómo se han buscado y encontrado Gioconda Belli, Christina Rosseti, Alfonsina Storni y Cristina Peri Rossi. Las acompaña férreo José Angel Valente y sus Palabras de la tribu. Elena Escribano ha salido bien parada, conversará con Juan Carlos Mestre y su Antifonía... También me he visto obligado a separar a algunos -no se soportaban-: Neruda no quería estar al lado de los Sonetos de Amor de Shakespeare, y Allen Ginsberg ha huído de Eloy Sánchez-Rosillo.

Todo esto está pasando hoy en mi salón. No hay nada como una mudanza para re-descubrirse.



EN EL CUARTO DE LOS MUERTOS

a veces vengo a jugar aquí
y me adentro en las sábanas
de los muertos
que huelen a pasta blanda
a tos última
y el aliento calloso de los
últimos vivos le da al aire
ese gesto elegantemente rancio
ese prestigio de comida fría

Los muertos son tozudos
no responden, se obstinan en
abandonar toda clase de
objetos, manchas, pelos
para ver si así no los olvidamos
nunca
y nos volvemos locos husmeándolos
en los espejos
borrosos siempre borrosos
vestidos con los trajes de los muertos
tarareando sus canciones de
cuando estaban vivos

También por eso vengo siempre
a buscarte aquí
por si en vez de enterrada
viva en la helada hierba
de algún acantilado
te veo
con la piel mustia
y la alegría nueva
rodeada de los esputos
de los muertos
asustada por los eczemas y el papel de las paredes
asombrada ante la potencia de los muertos
y el almizcle pegajoso de los muertos
pero viva

Los muertos cansan, se repiten
y al final son sólo niños idiotas
aburridos de su aura tremebunda
de chocar contra la pared sin esqueleto
inocentes, tristes, famosos

Querrían jubilarse, ovillarse en el olvido
pero a veces los vivos no les dejan
y siguen merodeando las estancias
vacías ya de cuerpos y de aullidos
estúpidas, desconchadas y sin muebles

Por eso vengo a jugar aquí y
me gusta cantar, oler a muerto
y reírme entre tanto silencio
que hace daño
entre tanta vigilia enamorada
y desaliento mineral,
sombrío, extraño

Héctor Arnau

1 comentario:

L.B dijo...

que suerte re-descubrirte cada día