domingo, 8 de abril de 2012

EN LA LUNA, de Vicente Huidobro.

DELEGADO: Los que dicen que tienen hambre, mienten, señores; no tienen hambre. Repito que mienten, señores; confunden el hambre con otros cosquilleos del estómago, como la risa o ciertas frases en ventriloqueo, que se les quedan palpitando debajo del ombligo. Sí, señores, hay que tener cuidado con las confusiones. No se puede arrastrar a nuestra amada patria a una revolución antipatriótica por simples confusiones de los sentidos.
                           Los que dicen que no tienen techo, son unos mal agradecidos. ¡Qué más hermoso techo que este cielo azul cálido y sonriente! Ese cielo azul, sin arañas, sin piojos y sin chinches. Los que hablan de miseria, los que dicen que el país está en manos de una banda de especuladores y políticos pancistas, son unos intrigantes, señores. Hablan de miseria, y todo el mundo tiene derecho a tender la mano y a pedir dinero por las calles. A nadie se niega ese dinero y ese derecho. ¿Especuladores, dicen? ¿Cómo es posible llamar así a los salvadores de la patria? Ellos son los únicos hombres capaces de hacer brotar oro de la tierra, del mar, de las nubes, del humo, etc., y llenar de oro maduro el gran bolsillo nacional.

VOZ: Sus bolsillos.

DELEGADO: ¡Calumnias! Infames calumnias. ¿Que algunos poseen automóviles, yachts, que comen bien, que poseen palacios, tierras? ¿Y qué es, señores, un automóvil? Un ataúd con ruedas y que anda solo, que anda tan rápido que nos impide ver el paisaje y las mujeres hermosas plantadas en los jardines. ¿Qué es un yacht? Una especie de cachalote ahuecado, por encima, con un motor en el vientre y una hélice por detrás. ¿Qué es un palacio? Una casa un poco más grande que las otras. ¿Qué es comer bien? Aumentar las probabilidades de una indigestión. ¿Y por eso tanto alboroto? ¿Que poseen tierras? ¿Y qué es la tierra? La palabra misma lo dice: tierra, polvo, señores, polvo y nada más que polvo, y cuando llueve, barro. Eso es todo. Parece mentira que semejantes pequeñeces puedan despertar ambiciones espúreas en ciertas conciencias extraviadas. Se especula gritando contra supuestos especuladores y peculados de nuestros políticos más ilustres y más honrados, y esto sólo porque tienen buena suerte en los negocios o porque saben trabajar mejor que los demás.

VOCES: ¡Bravo! ¡Bravo!

DELEGADO: No hay que confundir, señores, el dinero ganado con el sudor de la frente, con las frentes ganadas con el sudor del dinero.

EN LA LUNA. Pequeño guignol en cuatro actos y trece cuadros 
Vicente Huidobro 
Ed. Ercilla. Santiago. 1934

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