sábado, 22 de septiembre de 2007

Aquella noche en Valladolid

Este verano he viajado a Valladolid a una casa de campo que tienen mis tíos. En esta casa he pasado los veranos de mi infancia y el inicio de mi juventud. Una noche, que no podía dormir, escribí esto:

EL CANTO DEL GORRIÓN

En esta noche,
herida de silencio y de culpa,
abro mis manos
como ríos calcinados
que se llevan las ausencias del bosque.
La piel espumosa
se acerca envenenando los valles.
Ya no quedan ramas de enebro.
Ya no oleremos la libertad tan cerca.
Los gritos de las raíces,
con mensajes siempre dichos,
inventados en otras lenguas ya,
punzan la arena de los relojes y de los desiertos.

Caídos los frutos sobre el asfalto
anuncian concisos el fin,
anuncian lo inanunciable,
anuncian
lo que todos callamos.
Lo que negamos con los pies
pero alentamos con nuestras manos.

La mirada de un vencejo
se retuerce en esta rama.
La rama,
frágil como un árbol de miedo
cruje de una sola vez.
Ya no suenan los bosques.
No nos balancearemos más
con el canto del gorrión.

_______________________Jesús Ge

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