domingo, 19 de agosto de 2012

CÓMO SE FABRICA UN POETA. Rafael Azcona


CÓMO SE FABRICA UN POETA

Enterado de que numerosas familias desean contar entre su prole con un poeta, me apresuro a dar las normas pertinentes para que esas familias se salgan con la suya. No sé para qué querrán una cosa tan rara, pero los deseos de las familias ya se sabe que son sagrados, excepto en caso de deseo de piso desalquilado.
Lo primero que debe hacer la familia esa es alimentar al niño destinado a ser poeta, de manera adecuada: le arrojarán migas de pan, granos de cebada y otros cereales, pequeñas lombrices y otras porquerías semejantes. Así, además de habituar su estómago a la más elemental actividad, el futuro poeta contraerá un fuerte complejo de pájaro, y el día de mañana se lo pasará cantando como un descosido.
Cuando el pequeño proyecto de vate crezca, la familia lo conducirá a los parajes ricos en auroras, en ocasos, en señoritas pálidas y en muertes varias. Abandonado allí, el que ha de ser poeta, encontrará la inspiración con gran facilidad y su cerebro comenzará a eliminar las células grises que podían servirle para ganarse la vida de una manera honorable.
Rebosante ya de inspiración, el que ya es casi un poeta hecho y derecho, debe ser puesto en contacto con la cultura. Ofrézcasele una cartilla llena de consonantes, que todas las palabras que contenga el librito terminen en “ton”, en “tin” y similares. Esto le facilitará mucho la tarea al presunto versificador, ya que no sabrá de la existencia de vocablos tan poco poéticos como “dólar”, “fiducia” y “etcétera”.
Si el chico no es tonto de capirote, al llegar a este punto ya hará versos… Malos, seguramente, pero versos al fin y al cabo. Ahora todo se reduce a que la familia se oponga a que el chico se enamore de una señorita determinada, a que no le de dinero para tabaco y a que no le deje entrar en casa por las noches. El chico, poeta ya de tomo y lomo, escribirá versos como un condenado o como un fabricante de calendarios, a la vez que sufrirá horrores, dejará el café a deber y se hará un bohemio tremendo.
En el caso de que el chico, a pesar de todo, se prepare para ingresar en Hacienda, la familia debe desistir: no es un poeta.
Prof. Azconovan (seudónimo de Rafael Azcona)
La Codorniz”, nº 697 (27 de marzo de 1955)
(reeditado en “No canto porque existo, existo porque canto”,
antología de Rafael Azcona; Planeta Clandestino #107)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene gracia que coloques esto aquí como si tuviera alguna gracia o verdad. Casi tiene más gracia cuando dices esas cuando le das a la poesía fonética como Porotá Taropó Sejusgé Rotontón.
Otro tema. ¿Qué son los antihaikus? ¿No son algo como los senryus, o es una originalísima invención tuya que sueña con mezclar a Parra e Issa? Ilústrame, que soy persona muy inculta en esto de la poetry.

Jesús Ge dijo...

Lo siento, no puedo seguir hablando con usted si no se identifica.
Hubiera resultado interesante dialogar, pero si su único interés es la descalificación gratuita me temo que no habrá aquí lugar para usted.

Un saludo.

Mar Benegas dijo...

Sí, anónimo, su incultura se deja ver en cada una de las sílabas que ha escrito, porque tener cultura no es sólo saber o creer que se sabe. Es, más importante si cabe, tener el alma cultivada, y parece que lo único que ha cultivado usted en la suya es la inquina, la mala baba y algunos excrementos de vaca que desprenden un poderoso aroma en su comentario. Nada nuevo bajo el sol, así funcionaba ya el mundo antes de que usted llegara.