I
Yo no soy más que el ave,
menos soy,
pues no tengo ni el árbol por cobijo
ni unas alas que el terror escondan
y ahuyentan la distancia
ni es nítida mi voz
ni expresa bien la entraña de la tierra.
El ave dialoga con su ser
y no le exige nadie nada más.
Yo, en cambio, reclamada, aborto
un cántico de olvido.
Cada noche me musita el animal su instinto,
los ríos me susurran,
la hojarasca a los vientos da respuesta;
yo por mi voz perezco
en vano intento.
Si de mi baja cuerda
de amargura, mi destino tronchado,
si de mi baja cuerda
manara cuanto he amado,
vibrante el mundo en mi garganta airado…
Mas cómo ser murmullo del abismo.
Acontece la sombra.
Perdonad el silencio:
la nada me recubre desde dentro.
CLARA JANÉS
“Ver el fuego”. Olifante ediciones.
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