CÓMO
SE FABRICA UN POETA
Enterado de que numerosas
familias desean contar entre su prole con un poeta, me apresuro a dar las
normas pertinentes para que esas familias se salgan con la suya. No sé para qué
querrán una cosa tan rara, pero los deseos de las familias ya se sabe que son
sagrados, excepto en caso de deseo de piso desalquilado.
Lo primero que debe hacer la
familia esa es alimentar al niño destinado a ser poeta, de manera adecuada: le
arrojarán migas de pan, granos de cebada y otros cereales, pequeñas lombrices y
otras porquerías semejantes. Así, además de habituar su estómago a la más
elemental actividad, el futuro poeta contraerá un fuerte complejo de pájaro, y
el día de mañana se lo pasará cantando como un descosido.
Cuando el pequeño proyecto de
vate crezca, la familia lo conducirá a los parajes ricos en auroras, en ocasos,
en señoritas pálidas y en muertes varias. Abandonado allí, el que ha de ser
poeta, encontrará la inspiración con gran facilidad y su cerebro comenzará a
eliminar las células grises que podían servirle para ganarse la vida de una
manera honorable.
Rebosante ya de inspiración, el
que ya es casi un poeta hecho y derecho, debe ser puesto en contacto con la
cultura. Ofrézcasele una cartilla llena de consonantes, que todas las palabras
que contenga el librito terminen en “ton”, en “tin” y similares. Esto le
facilitará mucho la tarea al presunto versificador, ya que no sabrá de la
existencia de vocablos tan poco poéticos como “dólar”, “fiducia” y “etcétera”.
Si el chico no es tonto de
capirote, al llegar a este punto ya hará versos… Malos, seguramente, pero
versos al fin y al cabo. Ahora todo se reduce a que la familia se oponga a que
el chico se enamore de una señorita determinada, a que no le de dinero para
tabaco y a que no le deje entrar en casa por las noches. El chico, poeta ya de
tomo y lomo, escribirá versos como un condenado o como un fabricante de
calendarios, a la vez que sufrirá horrores, dejará el café a deber y se hará un
bohemio tremendo.
En el caso de que el chico, a pesar
de todo, se prepare para ingresar en Hacienda, la familia debe desistir: no es
un poeta.
Prof. Azconovan (seudónimo de Rafael
Azcona)
“La Codorniz”,
nº 697 (27 de marzo de 1955)
(reeditado en “No canto porque existo, existo porque canto”,
antología de Rafael Azcona; Planeta Clandestino #107)
3 comentarios:
Tiene gracia que coloques esto aquí como si tuviera alguna gracia o verdad. Casi tiene más gracia cuando dices esas cuando le das a la poesía fonética como Porotá Taropó Sejusgé Rotontón.
Otro tema. ¿Qué son los antihaikus? ¿No son algo como los senryus, o es una originalísima invención tuya que sueña con mezclar a Parra e Issa? Ilústrame, que soy persona muy inculta en esto de la poetry.
Lo siento, no puedo seguir hablando con usted si no se identifica.
Hubiera resultado interesante dialogar, pero si su único interés es la descalificación gratuita me temo que no habrá aquí lugar para usted.
Un saludo.
Sí, anónimo, su incultura se deja ver en cada una de las sílabas que ha escrito, porque tener cultura no es sólo saber o creer que se sabe. Es, más importante si cabe, tener el alma cultivada, y parece que lo único que ha cultivado usted en la suya es la inquina, la mala baba y algunos excrementos de vaca que desprenden un poderoso aroma en su comentario. Nada nuevo bajo el sol, así funcionaba ya el mundo antes de que usted llegara.
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